La disciplina de karma-yoga es necesaria, pero si ha de cumplir con su finalidad, debe estar acompañada por la disciplina de carácter esotérico, sin la cual tiende a reducirse a un intento infructuoso de alzarse uno mismo por los cordones de sus zapatos.
En lo que se refiere a la jnana yoga, ésta puede ciertamente llevarle muy lejos. Le puede transportar por encima del tosco plano físico dentro de los planos espirituales. Pero, ¿puede jnana llevarle más allá de sí mismo? Y si jnana que, como ya lo hemos visto, forma uno de los koshas que envuelven al Atman, aunque uno muy sutil, ¿cómo puede entonces darle libertad absoluta al alma? Jnana es la ayuda y sin embargo puede llegar a ser el obstáculo. Tiene ciertamente el poder de liberar al alma este punto tiende a impedir mayor progreso. Y desde el momento en que no es la verdadera esencia del alma, el Absoluto, no puede estar totalmente fuera del alcance de kala o tiempo. Los místicos hacen la distinción entre las dos regiones de tiempo, kala y mahakala, así: la primera abarca el mundo físico y las regiones menos densas inmediatamente superiores a él, mientras que la segunda se extiende a todos los planos superiores que no son espíritu puro. De aquí que los logros que el jnani (intelecto) alcanza pueden estar fuera del alcance del tiempo tal como nosotros lo concebimos normalmente (kala), pero no están completamente fuera del tiempo mayor (mahakala). Es casi innecesario señalar que lo que es cierto de la jnana yoga es también cierto de aquellas formas de yoga que dependen de las energías pránicas. Tampoco son de la verdadera naturaleza del Atman (superalma), y como tales no pueden conducirle a un estado de Pureza Absoluta, más allá del reino de la relatividad.
Además de su incapacidad de asegurar una libertad absoluta, la jnana yoga no es un sendero accesible al hombre común. Demanda extraordinarios poderes intelectuales y energía que pocos poseen. Fue con el objeto de vencer esta dificultad, así como la planteada por la karma yoga cuando se practica sola, que la bhakti yoga adquirió preeminencia. Aquel que normalmente no fuera capaz de desprenderse del mundo ni tuviera los poderes mentales para analizar el ser verdadero del no verdadero, podía, por el poder del amor, brincar o salvar el abismo y llegar a la meta. Pero ¿cómo puede el hombre amar aquello que no tiene forma a apariencia? Así, el devoto (bhakta) se ancla en el amor de algún isht-deva, alguna manifestación definida de dios. Pero al vencer esta dificultad práctica se expone a las mismas limitaciones que el jnani. El isht-deva escogido representa por su misma naturaleza una limitación sobre el Absoluto Sin Nombre y Sin forma. E incluso, si el bhakta alcanza el nivel de esa manifestación, ¿puede ese ser limitado llevarle más allá de sí mismo hasta aquello que no tiene límites? Un estudio de las vidas de los represetantes destacados de este sistema aclara este punto. Ramanuja, el conocido místico de la Edad Media, no logró captar las enseñanzas de su predecesor, Shankara. Siguió lo que en la filosofía hindú se conoce como la escuela de vasisht advaita, es decir, que el Atman puede llegar a ishwar (Dios como el Creador manifestado del universo), y puede saturarse de conciencia cósmica, pero que jamás puede llegar a ser uno con EL. ¿Cómo entonces alcanzar a Dios como el Brahman inmanifestado y sin nombre? La experiencia de Sri Ramakrishna, en nuestra época, una vez más pone de manifiesto esta limitación. Siempre había sido él un adorador de la madre divina y a menudo le bendecía ella con sus visiones internas. Pero él siempre la percibía como algo distinto de sí mismo, como un poder fuera de sí para cuya operación muchas veces sirvió de medium, pero sin poder fundirse en él. Cuando posteriormente se encontró con Totapuri, un sanyasin advaita (renunciador a lo mundano, al dualismo), se dio cuenta de que debía ir más allá de ese estado y llegar a otro donde no había ni nombre ni forma y en donde el ser y el super-ser llegaban a ser uno. Pero cuando trató de entrar en ese estado, se dio cuenta de que sus logros anteriores se habían convertido en un obstáculo que desafiaba todos sus esfuerzos. Nos dice:
“No podría yo cruzar el reino del nombre y de la forma y llevar mi mente al estado sin condición. No tenía deficultad alguna en retirar mi mente de todos los objetos excepto de uno, y éste era la muy familiar forma de la venturosa madre - radiante y de la esencia de la conciencia pura -, la cual aparecía ante mí como una realidad viviente y no permitía cruzar el reino del nombre y de la forma. Una y otra vez traté de concentrar mi mente en las enseñanzas del advaita, pero cada vez la forma de la madre se interponía en mi camino. Desesperado, le dije al “desnudo” (su Maestro Totapuri): “No hay esperanza, no puedo elevar mi mente al estado sin condición para encontrarme frente a frente con el Atman.” Se alteró y dijo cortante: “¡Qué! ¿No puedes hacerlo? Pero, tienes que hacerlo.” Miró a su alrededor buscando algo y encontrando un pedazo de vidrio lo tomó y haciendo presión con su punta entre mis cejas, dijo: “Concentra tu mente en este punto.” Con firme determinación me senté de nuevo a meditar y tan pronto como la bondadosa forma de la divina madre apareció ante mí, hice uso de mi discriminación como de una espada y con ella la partí en dos. Despareció la obstrucción de mi mente, la cual de inmediato se remontó más allá del plano relativo, y me absorbí an el samadhi
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